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Cafeína: Usos, efectos y dependencia

El café es una bebida que se obtiene a partir de los granos molidos de los frutos de la planta Coffea. Se trata de una bebida estimulante por su contenido en cafeína, una sustancia psicoactiva que también encontramos en las bebidas energéticas o en el té. Un dato curioso de esta bebida es que se encuentra entre las tres bebidas más consumidas por el ser humano, junto con el agua y el té.

La gran mayoría de la población adulta consume entre 200 y 300 mg de cafeína al día, lo que equivale a 2-3 tazas de café. Si nos fijamos en la población menor de edad, la ingesta es cada vez más elevada, siendo las principales fuentes de cafeína los refrescos (sobre todo las bebidas energéticas), el chocolate y otros alimentos que contienen cafeína como saborizante.

¿Es el café una droga?

Una droga es cualquier molécula que ejerce acción sobre los receptores de las neuronas de nuestro cerebro, produciendo cambios temporales en nuestra energía, motivación, activación, percepción, emociones, humor o forma de pensar y sentir (drogopedia, 2023).

Al contrario de lo que solemos pensar, las sustancias psicoactivas no tienen que ser necesariamente tóxicas, adictivas ni ilegales para ser consideradas drogas.

Existe cierta confusión en torno al café y su relación con las drogas. Sin embargo, es importante distinguir entre el café en sí mismo y su componente activo, la cafeína. El café, como hemos indicado anteriormente, es una bebida, pero no se considera una droga como tal. Por otro lado, la cafeína es una sustancia psicoactiva que afecta al sistema nervioso central, lo que puede producir una serie de efectos en el organismo y, en ocasiones, dependencia. Por lo tanto, cuando hablamos del café como una “droga” o “sustancia psicoactiva”, realmente nos referimos a la cafeína que contiene.

Podemos encontrar cafeína en el café, el té, muchos refrescos como las bebidas energéticas, los analgésicos y otros fármacos de venta sin receta médica.

Entonces, ¿qué es la cafeína?

La cafeína es un estimulante del sistema nervioso central que ejerce su acción aproximadamente tras 5 minutos de su ingestión, incrementando la actividad cerebral y el estado de vigilia (Energy Control, s. f.).

Cuando consumimos una taza de café (75-150 mg de cafeína), se eleva ligeramente el ritmo cardíaco, la temperatura corporal y la secreción de ácido gástrico en el estómago. Dosis más elevadas pueden causar episodios de ansiedad, insomnio, irritabilidad, taquicardia, sudoración y diarrea.

Las personas que consumen diariamente más de 650 mg de cafeína, lo que equivale a unas 4-6 tazas de café, pueden sufrir úlceras gástricas, ascenso del nivel del colesterol, ansiedad, insomnio, depresión, disfunciones cardíacas y el desarrollo de cáncer debido a las sustancias derivadas de la torrefacción del café, entre otros síntomas. El uso crónico se ha asociado con síndrome de abstinencia cuando se abandona el consumo, donde predominan el dolor de cabeza y la irritabilidad.

En algunas ocasiones, diversas sustancias adulteradas como el MDMA, las anfetaminas y las metanfetaminas, vienen mezcladas con cafeína. Esto puede suponer un mayor riesgo, ya que la mezcla de estas sustancias aumenta los efectos tóxicos de las mismas. Por este motivo, las recomendaciones recalcan no consumir pastillas adulteradas con cafeína, ni ninguna bebida que contenga esta sustancia, como son las bebidas energéticas.

La cafeína en nuestro organismo

Cuando ingerimos cafeína, esta se absorbe rápidamente y de forma completa, alcanzando una concentración máxima en sangre entre los 15 y los 120 minutos. Una vez absorbida, se distribuye en todos los líquidos corporales (Avenue et al., 2020).

Esta sustancia se metaboliza en el hígado por la isoenzima del citocromo P-450 (CYP), específicamente la subfamilia 1A, gen 2 (CYP1A2). Esta enzima realiza la desmetilación de cafeína, transformándola en paraxantina, teobromina y teofilina. Tan solo alrededor del 1% de la cafeína se excreta inalterada mediante la orina, mientras que la mayor parte de la cafeína ingerida se metaboliza en estos metabolitos antes de ser eliminada del cuerpo.

La cafeína, la teofilina y la teobromina se unen a los receptores de adenosina A1 y A2a en el cerebro. Estos receptores suelen activarse por la adenosina, un neurotransmisor que promueve la relajación y la somnolencia. Al unirse a estos receptores como antagonistas, la cafeína bloquea los efectos de la adenosina, lo que resulta en una mayor alerta y vigilancia, y reducción de la somnolencia.

Estas sustancias también inhiben la enzima fosfodiesterasa, lo que lleva a un incremento de los niveles de adenosín monofosfato cíclico (AMPc) y guanosín monofosfato cíclico (GMPc) en las células. Estos segundos mensajeros intracelulares tienen un papel importante en la transmisión de señales dentro de las células nerviosas y pueden contribuir a los efectos estimulantes de la cafeína.

Por otro lado, la cafeína activa los canales de potasio (K+), lo que puede causar una hiperpolarización celular y una reducción de la excitabilidad neuronal. Además, inhibe los canales de calcio tipo N, lo que puede disminuir la liberación de neurotransmisores excitatorios en las sinapsis neuronales.

Normalmente, la adenosina inhibe la liberación de varios neurotransmisores en el cerebro (GABA, acetilcolina, glutamato, noradrenalina, dopamina y serotonina). Al ser antagonista, la cafeína revierte estos efectos, lo que conlleva al aumento de la liberación de estos neurotransmisores, provocando los efectos estimulantes y eufóricos típicos de la cafeína. Por último, en la parte estriada del cerebro, los receptores de adenosina A2a se coexpresan con receptores de encefalina y dopamina D2 en las neuronas. Al antagonizar estos receptores de adenosina A2a, la cafeína potencia la neurotransmisión dopaminérgica en esta área cerebral, lo que contribuye a sus efectos estimulantes y refuerza los circuitos de recompensa.

Efectos deseados del consumo de café

El café tiene numerosos efectos en el organismo, pero el principal es la estimulación sobre el sistema nervioso central, que aumenta la actividad orgánica y agiliza las funciones mentales y corporales (Mayrene Ramírez Prada, 2010).

Un dato interesante sobre esta bebida es la gran fuente de antioxidantes que contiene, algo beneficioso sobre todo en aquellas sociedades donde la ingesta de vegetales es escasa, como en algunas zonas de Estados Unidos. Además, se ha demostrado que dosis bajas a moderadas de café mejoran el estado de ánimo, el bienestar, la energía y la sociabilidad (Sajadi-Ernazarova et al., 2024).

Entre los efectos deseados de la cafeína, se encuentran los siguientes (Mayrene Ramírez Prada, 2010):

  • Mejora la memoria a corto plazo y facilita el proceso de memorización.
  • Mejora la concentración (pero si hay un exceso de esta sustancia, las neuronas se sobreexcitan y no retienen la información, por lo que puede ser contraproducente).
  • Ayuda a mantener la agudeza mental.
  • Mejora de la sensibilidad a la insulina, por lo que se ha observado un menor riesgo de Diabetes Mellitus tipo 2 (Kolb et al., 2021).
  • Efecto protector contra la enfermedad hepática crónica.
  • Mejora de la contractibilidad muscular.
  • Reducción de la fatiga y la somnolencia.
  • Reducción en el riesgo de algunos tipos de cáncer (hepático y endometrial) por los efectos antioxidantes, antiaterogénicos y antiinflamatorios del café (Arab, 2010).
  • Efecto cardioprotector.
  • Menor riesgo de enfermedad de Parkinson (Ren & Chen, 2020).
  • Menor riesgo de mortalidad (Loftfield et al., 2018).

Efectos adversos del café

En cuanto a los efectos adversos, estos se relacionan con dosis elevadas de ingesta de cafeína:

  • La cafeína interfiere en la absorción de algunos nutrientes como el calcio y el hierro, por lo que las recomendaciones nutricionales advierten que es mejor separar las tomas altas en estos nutrientes alrededor de una hora antes y después de la ingesta de café.
  • Aumenta la producción de ácido clorhídrico, lo que puede ser perjudicial en personas con reflujo gastroesofágico, gastritis, úlcera y similares.
  • Aumento de la frecuencia cardiaca y la presión arterial, perjudicial en personas con enfermedad cardiovascular.
  • Problemas en la concepción, malformación del feto, prematuridad y bajo peso al nacer. Riesgo de aborto espontáneo.
  • Paso de la cafeína a la leche en la lactancia, lo que puede causar irritabilidad e insomnio en los lactantes.
  • Contraindicado en la dismenorrea, ya que favorece la producción de catecolaminas, incrementando la rigidez muscular.
  • Aumento de presencia de migrañas.
  • El CYP450 también metaboliza estrógenos además de cafeína, por lo que se desaconseja el consumo de cafeína en personas que consuman conceptivos orales u hormonas post menopáusicas.
  • Altas dosis de cafeína pueden provocar agitación, insomnio, taquicardia, temblor, problemas gastrointestinales, ansiedad, trastornos del sueño, intoxicación e incluso la muerte cuando se alcanzan los 10 gramos de cafeína en un corto periodo de tiempo. Aunque alcanzar esa dosis es realmente complicado, a dosis más bajas pueden aparecer los mismos síntomas adversos, sobre todo si se consume en un corto periodo de tiempo.
  • El consumo recurrente de café puede causar dependencia y tolerancia. Cuando esto sucede, el abandono del consumo de la sustancia puede provocar síntomas propios del síndrome de abstinencia.

Es esencial destacar que los efectos de la cafeína difieren según la persona, por lo que es importante conocer las dosis adecuadas para cada individuo.

Tolerancia y dependencia a la cafeína

Como hemos comentado anteriormente, la adenosina es un neurotransmisor que nos induce el sueño. A medida que va pasando el día, los niveles de adenosina van aumentando (ya que son producto de la degradación del ATP). Cuando la adenosina se une a sus receptores, se activa una cascada de reacciones químicas que ralentiza la actividad de las neuronas, produciéndonos sueño.

La molécula de la cafeína, al tener una estructura similar a la adenosina, se une a sus receptores, bloqueándolos. De esta manera, la adenosina no consigue unirse a los receptores y ejercer su función. Por este motivo, la cafeína retrasa la somnolencia y nos ofrece una mayor capacidad de concentración y energía.

Cuando los receptores de adenosina están continuamente bloqueados, el organismo desarrolla un mayor número de estos receptores. De esta manera, con la misma cantidad de café no se consiguen bloquear todos los receptores y por lo tanto no se alcanza el mismo efecto, sino que serán necesarias mayores dosis para ello. A este fenómeno se le denomina tolerancia.

Además de la tolerancia, el organismo desarrolla cierta dependencia hacia esta sustancia, ya que se acostumbra a funcionar con ella. Esto se debe a la acción que tiene sobre el sistema de recompensa del cerebro y al aumento de energía. Cuando el consumo de cafeína cesa, las personas suelen sufrir un síndrome de abstinencia cuyos síntomas suelen ser más intensos durante los primeros días tras el cese del consumo de cafeína, pero tienden a disminuir pasada una semana (Avenue et al., 2020).

La abstinencia de cafeína causa desde molestias leves hasta alteraciones clínicamente significativas y reducción del funcionamiento normal del organismo. La gravedad de los síntomas varía en función del individuo, pero de forma general incluyen dolor de cabeza, fatiga, somnolencia, disminución de la actividad, la energía, la alerta y el bienestar, estado de ánimo deprimido, dificultad para concentrarse, irritabilidad y falta de claridad mental. Otros síntomas que también se han encontrado son los siguientes: alteración de la presión arterial y la frecuencia cardiaca, reducción de la actividad motora, deterioro del rendimiento cognitivo y conductual, temblores, aumento de la diuresis, enrojecimiento de la piel, náuseas, vómitos, rigidez muscular, dolores articulares y dolor abdominal (Sajadi-Ernazarova et al., 2024).

El comienzo de los síntomas aparece de 12 a 24 horas tras el cese de la cafeína, alcanza su punto máximo a las 20-51 horas y puede durar desde 2 a 9 días, aproximadamente.

Reducción del consumo

Con el auge de las bebidas energéticas, nos encontramos ante una situación en la que las personas, sobre todo los más jóvenes, están teniendo una sobreingesta de cafeína de forma recurrente. Esto puede conllevar a efectos graves en la salud, por lo que es importante concienciar acerca de la cafeína y sus efectos, así como de las dosis seguras para la salud.

Para reducir el consumo de cafeína, lo más recomendable es hacerlo de forma lenta y progresiva, con el fin de evitar los síntomas propios del síndrome de abstinencia. Además, conviene prestar especial atención a la hidratación, la alimentación y el descanso, ya que pueden aliviar los síntomas de abstinencia.

A la hora de reducir el consumo, debemos fijar objetivos alcanzables. Por ejemplo, comenzar por reducir una taza de café al día durante una semana y después ir reduciendo gradualmente la ingesta en las semanas siguientes.

Otra estrategia interesante es la sustitución progresiva de los refrescos con cafeína y el café por bebidas sin cafeína, como el agua, el café y los refrescos descafeinados, los tés sin cafeína, etc. Estas alternativas pueden ayudar a satisfacer el deseo de una bebida caliente o estimulante sin los efectos secundarios de la cafeína.

En el caso de no ser capaz de abandonar el consumo y que este suponga un problema para el día a día, es recomendable buscar ayuda profesional. Los especialistas en adicciones pueden proporcionar orientación y apoyo personalizado para ayudar a las personas a reducir su consumo de cafeína de manera segura y efectiva.

En resumen, la cafeína es una sustancia psicoactiva cuyo consumo puede tener una variedad de efectos tanto positivos como negativos en la salud. Si bien el café puede ofrecer beneficios para la salud en dosis moderadas, el consumo excesivo y mantenido en el tiempo puede conducir a la dependencia y a una serie de efectos adversos.
Es fundamental que las personas sean conscientes de su consumo de cafeína y tomen medidas para reducirlo si es necesario, sobre todo si experimentan síntomas de dependencia o efectos secundarios negativos. Llevar a cabo estrategias para reducir gradualmente el consumo de cafeína y buscar apoyo profesional (en el caso de ser necesario) son pasos importantes para asegurar una relación saludable con esta sustancia.

Referencias

  1. Arab, L. (2010). Epidemiologic Evidence on Coffee and Cancer. Nutrition and Cancer, 62(3), 271-283. https://doi.org/10.1080/01635580903407122
  2. Avenue, 677 Huntington, Boston, & Ma 02115. (2020, julio 30). Caffeine. The Nutrition Source. https://www.hsph.harvard.edu/nutritionsource/caffeine/
  3. drogopedia. (2023, febrero 1). ¿Qué son las drogas? Drogopedia. https://www.ladrogopedia.com/que-son-las-drogas/
  4. Energy Control, E. C. (s. f.). Cafeína. Energy Control. Recuperado 25 de marzo de 2024, de https://energycontrol.org/sustancias/cafeina/
  5. Kolb, H., Martin, S., & Kempf, K. (2021). Coffee and Lower Risk of Type 2 Diabetes: Arguments for a Causal Relationship. Nutrients, 13(4), 1144. https://doi.org/10.3390/nu13041144
  6. Loftfield, E., Cornelis, M. C., Caporaso, N., Yu, K., Sinha, R., & Freedman, N. (2018). Association of Coffee Drinking With Mortality by Genetic Variation in Caffeine Metabolism. JAMA Internal Medicine, 178(8), 1086-1097. https://doi.org/10.1001/jamainternmed.2018.2425
  7. Mayrene Ramírez Prada, D. (2010). CAFÉ, CAFEÍNA VS. SALUD REVISIÓN DE LOS EFECTOS DEL CONSUMO DE CAFÉ EN LA SALUD. http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S0124-71072010000100017&script=sci_arttext
  8. Ren, X., & Chen, J.-F. (2020). Caffeine and Parkinson’s Disease: Multiple Benefits and Emerging Mechanisms. Frontiers in Neuroscience, 14, 602697. https://doi.org/10.3389/fnins.2020.602697
  9. Sajadi-Ernazarova, K. R., Anderson, J., Dhakal, A., & Hamilton, R. J. (2024). Caffeine Withdrawal. En StatPearls. StatPearls Publishing. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK430790/

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